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The OECD and the International Political Economy since 1948, written by Matthieu Leimgruber & Matthias Schmelzer (eds) Palgrave MacMillan; New York, 2018 Pages: 363 Price: $109.00 ISBN: 978-3-319-60242-4 Book reviewed by Ángel L. González-Esteban, National Distance Education University (UNED), Spain |
El volumen colectivo editado por M. Leimgruber y M. Schmelzer es resultado de un Proyecto de Historia de la OECD[1] albergado en las universidades de Ginebra y Zürich entre 2012 y 2016. Más específicamente, se trata de una selección de las contribuciones presentadas en la conferencia “Warden of the West: The OECD and the Global Political Economy, 1948 to Present”, celebrada en la Universidad de Zürich en agosto de 2015. El libro está compuesto por doce capítulos agrupados en torno a tres ejes vertebradores: (1) los orígenes de la OECD, la configuración de sus criterios de membresía y los desarrollos históricos que constituyeron a esta organización como productora y defensora de una determinada idea de “Occidente”, (2) el papel jugado por la OECD en diferentes ámbitos relacionados con la gestión económica y (3) sus cambiantes cometidos en relación a aspectos sociales o ecológicos tales como la educación o la sostenibilidad medioambiental. Los tres bloques se encuentran precedidos por dos capítulos elaborados por los editores que sirven a modo de introducción y que condensan las ideas fundamentales expresadas en el resto del libro. Además, el volumen cuenta con una pequeña guía de recursos y materiales sobre la OECD, así como con un índice onomástico. La OECD (Organization for Economic Cooperation and Development, en español OCDE – Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) se fundó en 1948 bajo las siglas OEEC (Organization for European Economic Cooperation, en español OECE – Organización Europea para la Cooperación Económica). Creada originalmente con el objetivo de monitorizar y gestionar la ayuda del Plan Marshall, ha sido una organización capaz de reinventarse a sí misma de manera permanente, desempeñando un papel importante en la coordinación económica de los países industrializados durante la Guerra Fría, liderando la producción de modelos y categorías de análisis útiles para examinar las nuevas realidades económicas y sociales, y compitiendo con otras organizaciones internacionales por el protagonismo en aspectos tales como la eliminación de las trabas al comercio y a los flujos de personas o la coordinación de las políticas monetarias y fiscales. A pesar de su relevancia histórica – algo de lo que da perfecta cuenta este libro – se trata de una organización que probablemente no había recibido, hasta ahora, la atención y el esfuerzo cohesionado de investigación que merece. Quizás uno de los grandes méritos de este libro es que, en su conjunto, ofrece una radiografía de la OECD que, a través del estudio sistemático de su trayectoria, permite matizar la visión tradicional de la organización como un mero foro de discusión sin capacidades efectivas para transformar sustancialmente la realidad. Dentro del primer bloque temático del libro (“Being Part of the West”), el capítulo de D. Stinksy reflexiona sobre los orígenes de la OEEC y sobre su evolución comparada con la UNECE (United Nations Economic Comission for Europe). El autor sitúa a ambas organizaciones como competidoras por ser el principal foro de diplomacia y cooperación técnica en Europa tras la II Guerra Mundial. Aunque ambas tuvieron su origen en el Departamento de Estado de los Estados Unidos, se establecieron en momentos diferentes y respondieron a objetivos distintos. Mientras que la UNECE se creó en 1946-47, puede considerarse heredera de la Sociedad de Naciones y tuvo el objetivo evitar la división de Europa en bloques, la OEEC fue hija de la doctrina Truman y supuso la constitución de un “bloque occidental” dentro de Europa. Aunque ninguna de las dos organizaciones consiguió consolidarse como el principal vehículo para la integración europea, ambas siguieron su particular proceso adaptativo y encontraron, tal y como se discute en otros capítulos del libro, diferentes nichos de actividad. En el segundo capítulo, A. Marković e I. Obadić discuten el caso particular de Yugoslavia, un país socialista que se integró, de facto, en la OECD, y cuya relación con la organización ilustra el pragmatismo de saberse altamente dependiente – por ejemplo, en el plano comercial – con respecto a Europa. De acuerdo a los autores, la integración yugoslava dentro de la OECD respondió a un objetivo compartido tanto por Belgrado como por los países occidentales: reducir la dependencia yugoslava de la Unión Soviética. En cuanto al impacto de esta decisión para los involucrados, resulta difícil de cuantificar, dado que fue, probablemente, marginal. Por ejemplo, la estrategia inicial de Yugoslavia de integrarse en la OECD para conseguir acceso preferente al mercado europeo y corregir sus problemas en la balanza de pagos se topó con la creación de bloques comerciales como la EFTA (European Free Trade Association) o la Comunidad Económica Europea (CEE). Sin embargo, los autores destacan que la relación entre Yugoslavia y la OECD fue, en general, percibida como algo positivo por ambas partes, sobre todo en lo que se refiere al intercambio de información, diálogo y asesoramiento económico. En el tercer capítulo, y en línea con la discusión sobre las razones detrás de la incorporación de nuevos países a la OECD, P. Carroll realiza un análisis comparativo de los casos japonés (1964), australiano (1971) y neozelandés (1973). Una mirada a través de las lentes de la economía política le permite identificar similitudes y diferencias en sus procesos de incorporación, teniendo en cuenta aspectos determinantes tales como la voluntad de restaurar el prestigio perdido en la II Guerra Mundial (en el caso de Japón), las diferentes consideraciones estratégicas en términos de política comercial o la atención prestada a las negociaciones con terceros países (cuestión particularmente relevante en los casos de Australia y Nueva Zelanda, sumamente dependientes entre sí). Para terminar con el primer bloque, en el capítulo de P. Hongler se discute el impacto que tuvo en la OECD la emergencia del Tercer Mundo como un bloque cohesionado y capaz de ejercer una considerable presión en el terreno de la política internacional. En 1964, la celebración de la UNCTAD (United Nations Conference on Trade and Development) sirvió de altavoz a las reivindicaciones de un amplio número de países en desarrollo que, basándose en las ideas de economistas como R. Prebisch, reclamaron transformaciones en la estructura del comercio internacional. La autora argumenta que ello fue percibido como una amenaza dentro de la OECD, cuyos representantes no dudaron en caricaturizar las nuevas propuestas como infantiles o radicales, apelando a ideas antiguas como las de responsabilidad u objetividad occidental, y contribuyendo así a perfilar una determinada idea de “Occidente” en el imaginario colectivo. Los siguientes cuatro capítulos giran en torno a la gestión económica en el seno de la OECD. W. Kaiser analiza las políticas de la organización en el sector del acero, que tuvieron un impacto ciertamente limitado, al menos en comparación con las de la CECA (Comunidad Europa del Carbón y del Acero) o la CEE. A pesar de ello, el estudio de caso sirve al autor para ilustrar diferentes ámbitos de competición y cooperación de la OECD con estas organizaciones, y también para poner de manifiesto su propia fragmentación interna. A continuación, K. Yago presenta y discute la misteriosa trayectoria del Working Party No. 3, integrado en el Comité de Política Económica (EPC, Economic Policy Committee). Citado muchas veces como uno de los órganos más influyentes de la organización, sus competencias en materia de gestión y coordinación de las políticas monetarias durante el periodo de vigencia del sistema de Bretton Woods fueron considerables. En el siguiente capítulo, W. Glenn Gray reflexiona sobre los procesos periódicos de peer review ejecutados bajo la coordinación del EDRC (Economic and Development Research Comittee) y sobre su posible influencia en la toma de decisiones políticas en los estados miembros. El autor expone diferentes casos, tanto de países que mostraron fuertes reticencias a este procedimiento por considerarlo una suerte de injerencia en la soberanía nacional, como de otros que agradecieron la transferencia de conocimientos y el asesoramiento económico practicado bajo estos mecanismos de “persuasión suave”. Finalmente, S. Beroud propone un recorrido por las transformaciones dentro del propio modelo económico defendido por la OECD. Centrándose en el periodo 1970-1984 y recurriendo frecuentemente a la trayectoria y experiencias personales de los directores y los economistas a cargo de los informes emitidos por la organización, el autor argumenta que el tránsito desde el keynesianismo hacia el neoliberalismo fue paulatino y no respondió tanto a cambios en la ideología como a las transformaciones en el contexto histórico. Por último, los capítulos que integran el tercer y último bloque del libro tienen que ver con el viraje en las funciones de la OECD a medida que determinadas esferas de actuación fueron ocupadas por otras organizaciones y, sin embargo, surgieron nuevas problemáticas o retos “socio-ecológicos” a nivel internacional. E. Compte y S. Paoli se centran en la movilidad del factor trabajo, describiendo las discusiones en torno a la anhelada liberalización de las migraciones entre países miembros tras la II Guerra Mundial, y el posterior énfasis en la necesidad de coordinar las políticas entre países “emisores” y “receptores” y de complementar las mismas con otros programas de ayuda y cooperación económica. En el siguiente capítulo, R. Bürgi se centra en la emergencia de la OECD como un actor sumamente relevante en la esfera de las políticas educativas desde los años sesenta. El autor argumenta que el carácter híbrido de la organización, a medio camino entre think tank y organismo gubernamental, ha sido clave para consolidar su protagonismo en este ámbito (véase la atención que actualmente recibe el famoso informe PISA). A continuación, I. Borowy dedica su capítulo a la cuestión medioambiental. La autora sintetiza los debates ocurridos a partir de la creciente constatación de los efectos no deseados del crecimiento económico (desde los años sesenta en adelante) y sitúa el trabajo realizado en el seno de la OECD como el germen del “medio-ambientalismo liberal”. Finalmente, R. Mahon expone los principales desarrollos en cuestiones de género a partir de la celebración de la primera conferencia de Naciones Unidas sobre la mujer en 1975. En su conjunto, este libro ofrece una interesante aproximación a la historia de una organización relevante para entender numerosas problemáticas económicas y sociales de la segunda mitad del s. XX. El formato, focalizado en los cambios organizativos y en las transformaciones dentro de la propia OECD, impide un tratamiento completo de esas temáticas, entre otras cosas porque muchas de ellas acabaron dirimiéndose en otras organizaciones competidoras (GATT, NATO, ECSC, CEE, etc.). Además, el abuso de los acrónimos para referiste a los órganos competentes dentro de la propia OECD puede resultar, por momentos, abrumador para el lector. Sin embargo, se trata de pequeños males necesarios. En mi opinión, una de las principales virtudes del libro es que ilustra a la perfección la inmensa influencia que tuvo la existencia del bloque comunista en la configuración de lo que hoy entendemos por “Occidente”. Prácticamente en todos los capítulos se repite una constante: la construcción de objetivos de política económica y social “occidentales” cuyo móvil fue la contención de la influencia comunista (el plan Marshall, los intentos de liberalizar las migraciones en la segunda posguerra mundial, la construcción de programas de ayuda a los países en desarrollo, la propia motivación del crecimiento económico en Europa…). Precisamente esta es la idea que se encuentra detrás de la conceptualización actual de la OECD como una organización “crepuscular” (sunset organization), pues con el fin de la Guerra Fría y el fortísimo crecimiento de economías capitalistas no integradas dentro de la organización, ésta ha perdido algunos de los elementos que definían su identidad.
-------------------------------------------------------------------------------- [1] Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Correo electrónico: al.gonzalez@cee.uned.es http://oecdhistoryproject.net/ |
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Reviewed by Ángel L. González-EstebanNational Distance Education University (UNED), Spain |
ISSN: 2254-2035